Primer blog que escribo en su totalidad en domingo, pero quiero tener esto fresco para que me salga mejor.
Hace un par de años, más o menos, me indujeron un gusto que con el paso del tiempo ha ido creciendo exponencialmente: ir a conciertos. Antes de eso, sólo había ido a cuatro conciertos en mi vida: Micheal Jackson en el Azteca -creo que con mi madre, tenía 8 años-, Dream Theater en su gira Six Degrees of Inner Turbulence, Red Hot Chili Peppers y Mago de Oz. Pero de dos años para acá, he ido a más de veinte conciertos (Metallica dos veces, AC/DC, Iron Maiden, Depeche Mode y Paul McCartney destacan), incluyendo los últimos dos Vive Latino.
Hace un par de años, más o menos, me indujeron un gusto que con el paso del tiempo ha ido creciendo exponencialmente: ir a conciertos. Antes de eso, sólo había ido a cuatro conciertos en mi vida: Micheal Jackson en el Azteca -creo que con mi madre, tenía 8 años-, Dream Theater en su gira Six Degrees of Inner Turbulence, Red Hot Chili Peppers y Mago de Oz. Pero de dos años para acá, he ido a más de veinte conciertos (Metallica dos veces, AC/DC, Iron Maiden, Depeche Mode y Paul McCartney destacan), incluyendo los últimos dos Vive Latino.
Pero nunca había ido a un concierto como al que tuve la fortuna de ir el sábado pasado en el Teatro Metropólitan: Joe Satriani, en su gira de presentación de su último disco, Black Swans and Wormhole Wizards. Las razones por las que digo esto son varias y, si siguen leyendo esta reseña/crónica, las irán entendiendo.
Me reuní afuera del Metropólitan después de recoger los boletos con un "overdressed" Güera y un Makiao con una playera que le regalé y que me confirma que le gustó, listos para ver al está dentro de todas las listas de los mejores guitarristas de todos los tiempos, con excepción de la revista Rollinig Stone, que inexplicablemente lo dejaron fuera. Previo un reponedor trago, entramos a un abarratodo Metropólitan, que vuelvo a decir es el mejor lugar para conciertos, de calle. Se ve perfecto de todos lados y la acústica del lugar le da una claridad al sonido que en cualquier otro escenario se pierde, y que fue especialmente importante en el concierto de Satriani.
Empezó con Ice 9, que automáticamente hizo que los asistentes se pusieran de pie, agradeciendo a los Dioses del Rock el regreso de este maestro. De ahí fue composición tras composición en donde simplemente no podías distraerte. Nunca había asistido a un concierto que requiriera tanto mi atención. Me rasqué la pierna y me perdí de 87 notas tocadas en 4 segundos. Me di cuenta que había roto el méndigo vasito de plástico donde me habían servido mi trago y se me fueron otras 52 notas.
Con sus característicos lentes de Sol y una playera negra con una especie de araña-calaca, Satriani venía acompañado de Mike Keneally en los teclados -extraordinario, me recordó a Robert Trujillo por su manera de tocar-, el bajista Allen Whitman -que bien podría formar parte de Dragonforce por su mata y su headbanding-, el baterista Jeff Campitelli -en una enorme batería a desnivel- y Galen Henson -guitarrista gordito que acompañaba-, quienes fueron los que le ayudaron en la grabación de su disco.
Satriani no es el mejor frontman, pero definitivamente no es malo. Creo que mantener la atención del público por más de dos horas con un repertorio prácticamente sin vocales es algo sumamente complicado. Sus movimientos se limitaron a señalar al cielo y al público en varias ocasiones, pero no importa eso cuando tocas unos riffs con la boca como lo hizo en Memories.
A la mitad del concierto comenzó con sus canciones más tranquilas, mientras las tres pantallas y los juegos de luces a manera de estalactitas iluminaban el escenario. Satriani tiene la enorme capacidad, como lo dijo Makiao, de tocar una variedad de temas -progresivo, blues e incluso tocar Andalusia en una guitarra electroacústica- de manera magistral. Pocos pueden decir eso.
Mis momentos favoritos fueron definitivamente el duelo que Satriani tuvo con Mike Keneally durante la canción God Is Crying, en el que ambos se lucieron y hicieron a los más de 3 mil asistentes ponerse de pie (bueno, técnicamente nunca estuvieron sentados; es una expresión); una versión de Always with Me, Always with You de 11 minutos, Wind in the Trees y Solitude. El encore, con Crowd Chant y Summer Song fueron algo digno de mencionar. Me quedé con las ganas de escuchar Crushing Day, Surfing with the Alien y sobretodo Speed of Light, pero será para la próxima.
En general, creo que fue un concierto excelente, acompañado de dos grandes amigos y terminando tomando en el centro de la ciudad con una de las pláticas más amenas en bastante tiempo. Por cierto, sigo sin entender a la gente que paga una lana por entrar a un concierto y pasarse el espectáculo entero viéndolo a través de la pantalla de su camarita, por la cual están grabando todo lo que pasa. Nunca van a ver ese video otra vez, se están perdiendo del concierto en sí y no se dan cuenta que por 50 pesos venden varios de sus conciertos en un sólo disco, en vez de grabar todo mal.
Finalmente, estoy muy contento porque, al escribir este blog, me topé con que Satriani forma desde hace tiempo parte de una banda que todavía no puedo comprender cómo no la conocía: Chickenfoot. Esta banda está conformada por nada menos que Sammy Hagar y Mark Anthony de Van Halen, Chad Smith de los Chili Peppers y Satriani. El origen de la banda se pensó mientras Hagar y Anthony tocaban en Cabo Wabo, el bar de Hagar en Cabo San Lucas. Ya me compré su disco, y es una maravilla. Sumamente recomendable.
Volvemos al humor británico. Esta vez se unen mis dos comendiantes favoritos de aquel lado del mundo: John Cleese y Rowan Atkinson. Hace ya muchos años (1981, para ser exactos) hicieron un sketch titulado "Beekeeping", de lo más idiota y simpático. Enjoy.
Satriani no es el mejor frontman, pero definitivamente no es malo. Creo que mantener la atención del público por más de dos horas con un repertorio prácticamente sin vocales es algo sumamente complicado. Sus movimientos se limitaron a señalar al cielo y al público en varias ocasiones, pero no importa eso cuando tocas unos riffs con la boca como lo hizo en Memories.
A la mitad del concierto comenzó con sus canciones más tranquilas, mientras las tres pantallas y los juegos de luces a manera de estalactitas iluminaban el escenario. Satriani tiene la enorme capacidad, como lo dijo Makiao, de tocar una variedad de temas -progresivo, blues e incluso tocar Andalusia en una guitarra electroacústica- de manera magistral. Pocos pueden decir eso.
Mis momentos favoritos fueron definitivamente el duelo que Satriani tuvo con Mike Keneally durante la canción God Is Crying, en el que ambos se lucieron y hicieron a los más de 3 mil asistentes ponerse de pie (bueno, técnicamente nunca estuvieron sentados; es una expresión); una versión de Always with Me, Always with You de 11 minutos, Wind in the Trees y Solitude. El encore, con Crowd Chant y Summer Song fueron algo digno de mencionar. Me quedé con las ganas de escuchar Crushing Day, Surfing with the Alien y sobretodo Speed of Light, pero será para la próxima.
En general, creo que fue un concierto excelente, acompañado de dos grandes amigos y terminando tomando en el centro de la ciudad con una de las pláticas más amenas en bastante tiempo. Por cierto, sigo sin entender a la gente que paga una lana por entrar a un concierto y pasarse el espectáculo entero viéndolo a través de la pantalla de su camarita, por la cual están grabando todo lo que pasa. Nunca van a ver ese video otra vez, se están perdiendo del concierto en sí y no se dan cuenta que por 50 pesos venden varios de sus conciertos en un sólo disco, en vez de grabar todo mal.
Finalmente, estoy muy contento porque, al escribir este blog, me topé con que Satriani forma desde hace tiempo parte de una banda que todavía no puedo comprender cómo no la conocía: Chickenfoot. Esta banda está conformada por nada menos que Sammy Hagar y Mark Anthony de Van Halen, Chad Smith de los Chili Peppers y Satriani. El origen de la banda se pensó mientras Hagar y Anthony tocaban en Cabo Wabo, el bar de Hagar en Cabo San Lucas. Ya me compré su disco, y es una maravilla. Sumamente recomendable.
Confirmado. Satriani es uno de los mejores gutarristas que he tenido la oportunidad de ver. Los siguientes en mi lista, Steve Vai y Eric Johnson (el G3 original, ojalá y vuelvan).
Se despide,
Palo(oza)
El video de hoy
Volvemos al humor británico. Esta vez se unen mis dos comendiantes favoritos de aquel lado del mundo: John Cleese y Rowan Atkinson. Hace ya muchos años (1981, para ser exactos) hicieron un sketch titulado "Beekeeping", de lo más idiota y simpático. Enjoy.
Mi teoría de Chickenfoot es la siguiente (el cual se me hizo muy raro que no lo conocieras, creo que llevan al menos año y medio tocando, me los presentaron cuando fui a Dallas), si puedes ver videos de ellos en concierto en youtube, te darás cuenta que Sammy Hagar está regordo y muy probablemente necesitaba dinero y pidió que si le hacían el paro. Me queda claro que los no-Van Halen, tienen un presente muy sólido con sus carreras. Felicidades por tu nuevo blog!!
ResponderEliminarAunque no soy tan fan de la acústica de la guitarra eléctrica, disfruté bastante tu reseña y de la rolita que pusiste... aunque no más que el sketch, que es una absoluta maravilla y que me hace, literalmente en algunas ocasiones, mearme de la risa.
ResponderEliminar"Overdressed" guera... jeje ;)
ResponderEliminarpd. perdón, no sé cual es la tecla de las diéresis.
No conocía a Satriani hasta caer en tu blog, pero si conozco el Metropolitan y me encanta.
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